Según informan los autores, los flavonoides, compuestos con una amplia distribución entre los vegetales y sus productos derivados (bebidas como el té verde o el vino tinto), tienen efectos protectores que van más allá de su reconocida acción antioxidante. La evidencia sugiere que en el área cerebral, donde se encuentran en bajas concentraciones los flavonoides, no es tanta su acción antioxidante, pero sí es relevante su interacción neuronal, con repercusión a distintos niveles: control de la supervivencia y la diferenciación neuronal; en la actividad moduladora relacionada con enzimas antioxidantes (superoxidodismutasa o SOD y la óxido nítrico sintasa o NOS, responsable de la síntesis de óxido nítrico, de protección vascular); y en la regulación de mecanismos de neuroinflamación.
Ante estas propiedades, voces expertas sugieren que los flavonoides (flavononas, antocianinas, flavanoles, flaconas y polímeros) o sus metabolitos, que atraviesan la barrera hematoencefálica, podrían reducir el riesgo de enfermedad de Parkinson. En conclusión: una dieta con alto contenido de flavonoides podría tener un efecto neuroprotector.
Los investigadores facilitaron a los participantes cuestionarios sobre sus hábitos de consumo, con el fin de calcular la cantidad ingerida de flavonoides. Después, analizaron la asociación entre consumo de flavonoides y el riesgo de desarrollar enfermedad de Parkinson. Los autores analizaron el consumo de cinco alimentos cotidianos, que son fuente importante de flavonoides: té verde, bayas o frutas rojas, manzanas, vino tinto y naranjas (en fruta fresca y en zumo).
Durante los 22 años de seguimiento, se detectaron 805 personas que desarrollaron la enfermedad de Parkinson. Los resultados apuntan a que un mayor consumo de flavonoides totales se asoció de manera significativa con un menor riesgo de padecer Parkinson -hasta un 40% menos, sobre todo en hombres-, con respecto a quienes consumían menos estas sustancias. En el caso de las mujeres, no se daba una relación causal entre el consumo global de flavonoides y el desarrollo de esta enfermedad degenerativa. Sin embargo, tras examinar por separado el efecto de las distintas clases de flavonoides, el consumo regular de antocianinas, más abundante en las frutas rojas (fresas, frambuesas, arándanos, grosellas...), se asoció con un menor riesgo de enfermedad de Parkinson en ambos sexos.
Desde el Departamento de Epidemiología de la Universidad americana de Washington, Walter Kukull concreta los resultados en un alimento habitual de la dieta: la manzana. Se observó que los hombres que comieron cinco o más raciones semanales de manzanas (ricas en quercetina, un tipo de flavonoide) tenían un menor riesgo de enfermedad de Parkinson que quienes apenas probaron esta fruta. Esta asociación tampoco fue tan llamativa entre las mujeres, aunque al ser la manzana un alimento tan sano, bien podría seguirse el consejo de comer una manzana al día.
Manzana, té verde, bayas, uva negra o cacao puro son algunos de los alimentos más ricos en flavonoides.
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