funcionado, aunque es importante recordar que ellas no son diferentes a las demás mujeres y que también han sufrido el "efecto yo-yo" a menudo.
Inconvenientes: una dieta vegetariana debe saber llevarse bien para que no provoque carencias nutricionales, mientras que una dieta sin gluten también será incompleta y puede provocarnos alguna carencia nutricional sin necesidad.
Eficacia: muy dudosa. No hay ningún estudio que relacione la dieta vegetariana o sin gluten con la pérdida de peso.
3. La "dieta del limón" o "el método del Dr. Martine André":
Coste: el método en sí no supone gasto adicional, pero recuperarnos de sus efectos secundarios nos puede salir muy caro.
Método: consiste en beber el zumo de un limón diluido en un vaso de agua caliente al menos 4 veces al día, siempre en ayunas, y sazonado con sirope de arce y pimienta de cayena. También hay que aliñar los platos con 2 cucharadas soperas de zumo de limón.
Inconvenientes: promete una pérdida de hasta 1 kg diario, lo cual ya es de por sí peligroso para el organismo. Hay una mayor exposición a padecer gastritis o úlceras gástricas, provoca náuseas, diarrea, cólicos estomacales y lesiones en la mucosa gástrica. También es perjudicial para el esmalte de los dientes, que descalcifica y expone a las caries, además de provocar bajada de defensas y glóbulos rojos. Martine André, el supuesto doctor a quien se atribuye el método, no existe, al menos no asociado a esta dieta.
Eficacia: es un ejemplo claro de pérdida de peso a costa de la propia salud. Supone una alimentación desequilibrada con carencia de nutrientes. Todo ello no significa que el limón sea malo, sino que en exceso puede ser muy perjudicial.
4. La dieta de las sales:
Coste: unos 10 euros por frasco.
Método: consiste en utilizar algunas de las sales de Schüssler con el fin de eliminar toxinas, perder la grasa que no deseamos durante la noche y controlar la ansiedad a mediodía.
Inconvenientes: si se estudian las sales de Schüssler, científico del siglo XIX, se comprueba que defendía el "fortalecimiento de los nervios" y no el "control de la ansiedad a mediodía". Se refería a "estabilizar el metabolismo", pero no a "quemar las grasas que no quiero durante la noche". También hablaba de "mejorar el sistema de excreción", pero no de "regular la función intestinal por las mañanas".
Eficacia: muy dudosa. Como casi siempre, se magnifican las propiedades de unas sustancias y se les atribuyen virtudes que, en realidad, no tienen.
5. La paleodieta:
Consiste en copiar el estilo de vida (o de alimentación) del hombre paleolítico, a quien se imagina delgado y musculoso. Por eso, esta dieta recomienda comer carne, pescado, vegetales, frutas, raíces y frutos secos, y excluye los cereales, las legumbres, los productos lácteos, el azúcar refinado y los aceites procesados. Es decir, propone una dieta de cazador-recolector, eliminar algunas comidas, al azar, y hacer deportes intensos cada poco tiempo.
No hay ninguna evidencia de los resultados de este estilo de vida, que se aleja bastante del modelo de dieta mediterránea, basada en gran parte en el cultivo de cereales, olivo y vid. Tampoco parece factible en el siglo XXI.
6. La dieta de la alcachofa (un clásico para cualquier época del año):
Coste: seguir el método durante 15 días supondrían unos 45 euros.
Método: consiste en seguir una dieta a base de alcachofas y tomar cápsulas y/o ampollitas de alcachofa. Algunas páginas web recomiendan seguirla solo 3 días y otras, 15.
Inconvenientes: lo que promete es preocupante... ¡perder 3 kg en 3 días! (o 12 kg en 15 días, para las propuestas más prolongadas). El efecto rebote es inmediato ya que la persona, después de pasarse esos días a base de alcachofas, vuelve a comer como antes porque no ha cambiado sus hábitos alimentarios y engorda de manera inmediata.
Eficacia: desde el punto de vista científico, sí está estudiada la relación entre la cinarina (el ácido fenólico en la alcachofa) y la reducción del colesterol en la sangre, pero no hay ninguna evidencia en la pérdida de peso. Por lo tanto, es un caso típico de fraude y engaño.
7. Cremas modeladoras:
Cuestan desde 25 euros los 100 ml.
Aseguran reducir la grasa en las partes del cuerpo que la persona desea, durante la noche.
8. La isodieta:
Declara la guerra a los hidratos de carbono y se centra en el consumo de proteínas concentradas en cápsulas y de grasa.
Su argumento es que toda la ciencia se ha equivocado hasta el día de hoy.
La lista sigue con múltiples ejemplos más, como la dieta de los potitos, del sirope de arce, de la grasa parda, de la calabaza, del vinagre de manzana, del sándwich, del pomelo, de las palomitas o del cactus. A todo esto -que no es poco- se suma la aparatología actual, desde la plataforma vibratoria y la presoterapia, hasta la liposucción sin cirugía, la cavitación o los tratamientos de criolipólisis y los sobres sustitutivos de las comidas, más o menos hiperproteicos.
En conclusión, es bueno y saludable dudar de todas las dietas estándar, incluso aunque se anuncien en un maravilloso escaparate de una prestigiosa farmacia, y buscar una solución personalizada. Cada persona tiene una fisiología, un metabolismo, un sexo, una edad, una salud y una historia diferentes. Por tanto, los métodos adecuados deben proponerlos expertos en la materia, profesionales de la nutrición humana y dietética, dietistas-nutricionistas y profesionales en actividad física, licenciados en actividad física y deporte.